“Por ahí, por aquí, en algún lugar”
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Por ahí, por aquí, en algún lugar…
Un giro del destino – via la mano de Dios o Diosa –
me trajo el Desconocido Perfecto.
Esa persona era un trotamundos perspicaz y pulcro;
un ser resistente – y dulce.
Jugamos al Frisbee;
nos alimentamos con salmón ahumado, el uno al otro;
y hicimos el amor – a través de un solo beso.
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Por lo tanto, pasó un año cuando escribimos cartas
y charlamos por pocas llamadas celular
– malas conexiones cada rara vez.
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Y, después de ese año, era yo el viajero; y volé por las alas de una murraca metálico tintinando…
Nos reunimos de nuevo, en el otro lado, sólo para enterarme que
el Desconocido Perfecto era reservado, aún cerrado.
Él, por su comportamiento – sin palabras – me enseñó:
No me toques.
Y éso me hizo daño en la médula.
Pero no fue la culpa de nadie;
y, supongo,
él tuvo sus motivos – candorosos (debo creerlo.)
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¡Puede ser un hueco vasto y vacío La Vida!
Pues cocinamos el huachinango al escabeche;
tomamos los tranvías en busca de churros más exquisitos;
y hicimos el amor – a través de un solo beso.
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Sin embargo, no triunfará la relación íntima
cuando nos separa, los dos, este Mundo tan ancho.
Ah sí, he llorado un rato largo.
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Todavía existe el Desconocido Perfecto;
ahora, en mis sueños, contemplo su cara bien recordado.
Y hoy, al final, tengo la comprensión:
que, a través de un solo beso,
hay un sentimiento de honradez y potencia tan grande
– que no pueda vivir por ahí, por aquí, en algún lugar –
sino en el fondo de mí, donde mora la desapercibida Verdad.
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